domingo, 3 de diciembre de 2017

DICTADURA REPUBLICANA DEL GENERAL SERRANO (1874)

El general Serrano
(fotografiado por Gasaprd-Félix Tournachon "Nadar" en 1857)
Tras la disolución de las Cortes españolas el 3 de enero de 1874 por el general Pavía, Castelar se negó a formar gobierno tal como le pedía el general ya que no estaba dispuesto a renunciar a sus convicciones democráticas. Fue por tanto el general Serrano, duque de la Torre, quien encabezó el nuevo gobierno de concentración formado por constitucionales, radicales y republicanos unitarios. El objetivo de esta gobierno era poner fin a los dos grandes problemas de la República: la revolución cantonalista y la tercera guerra carlista. Sólo tras la solución de estos dos grandes problemas se reabrirían las Cortes y se pondría en vigor la Constitución de 1869, por lo que en la práctica se imponía una dictadura provisional. 

El 12 de enero las tropas gubernamentales del general José López Domínguez entraban en Cartagena y ponían fin a la revolución cantonalista. Inmediatamente la sección española de la AIT quedó disuelta por considerarla enemiga de la familia, el orden social y la propiedad privada. 

El 26 de febrero Serrano asumía formalmente la Presidencia de la República y partía hacia el norte para ponerse al frente del ejército que combatía a los carlistas. Tras lograr que los carlistas levantaran el cerco de Bilbao, se sintió con fuerzas suficientes para prescindir de los radicales y republicanos y formar un nuevo gobierno presidido por Sagasta y formado exclusivamente por constitucionales. La intención era abandonar la República y restaturar la monarquía en la persona del príncipe don Alfonso de Borbón pero antes debá lograrse la victoria sobre los carlistas, convocarse las Cortes por sufragio universal y que éstas aceptaran la vuelta de los Borbones. Cánovas del Castillo, jefe del partido alfonsino, no estaba dispuesto a aceptar estas condiciones ya que suponía reconocer la legalidad del gobierno dictatorial y jefatura del estado por parte de Serrano, que temía se prorrogara indefinidamente. Cánovas prefería que la restauración borbónica se produjera como fruto de un estado de opinión generalizado entre los españoles, como la única solución posible a la ilegalidad de la dictadura republicana y sin necesidad de recurrir a un pronunciamiento militar; sin embargo, el 29 de diciembre de 1874 el general Arsenio Martínez Campos  se adelantaba a los planes de Cánovas y se pronunciaba en Sagunto a favor de Alfonso XII, a lo que Serrano y Sagasta, conscientes de que no podían mantener su situación, no pusieron resistencia.